Aunque todavía se desconocen las causas y los factores que afectan a su progresión, la endometriosis es una patología crónica inflamatoria que se caracteriza por la presencia de inflamación crónica y de estrés oxidativo. El estrés oxidativo, que es un desequilibrio entre las especies reactivas de oxígeno (ROS) y los antioxidantes, está implicado en la fisiopatología de la endometriosis causando una respuesta inflamatoria general y en la cavidad peritoneal. Estos dos factores, inflamación y oxidación, son perpetuadores del problema y están presentes en su desarrollo y evolución, de manera que a mayor inflamación y estrés oxidativo el pronóstico es peor. Esto no solo sucede con la endometriosis sino también con otras enfermedades crónicas, aunque en este caso, el estrés oxidativo al que está sometido el cuerpo podría ser mayor por el crecimiento de tejidos fuera de su contexto fisiológico normal.
La inflamación crónica y el estrés oxidativo se retroalimentan uno a otro, cuanta más inflamación, más estrés oxidativo y viceversa. El estrés oxidativo se produce cuando hay un desequilibrio entre las moléculas prooxidantes y las antioxidantes en nuestros tejidos a favor de los primeros. Cuando este proceso de oxidación no se puede contrarrestar, bien por una protección antioxidante inadecuada, por un exceso de producción de ROS o por ambas cosas (que es lo más habitual), se genera una acumulación de residuos tóxicos que provocan respuestas inflamatorias. Las especies reactivas de oxígeno tienen un papel importante en la modulación de muchas funciones fisiológicas, como en la reproducción, así como en condiciones como la endometriosis y la infertilidad. En la endometriosis esta especie de círculo vicioso se perpetua favoreciendo el empeoramiento en la evolución de la enfermedad.
¿Tiene la nutrición un papel en la inflamación y en el estrés oxidativo? Se conoce cómo la alimentación puede ser un elemento que actúe mejorando o empeorando la inflamación crónica y el estrés oxidativo. Algunos componentes son protectores frente a estos dos factores como por ejemplo los ácidos grasos omega-3, las vitaminas y minerales antioxidantes, otras sustancias antioxidantes pesentes en los alimentos, la fibra, etc. Y otros componentes de la dieta pueden ser contraproducentes para la inflamación y el estrés oxidativo, por ejemplo, las grasas saturadas, las grasas trans, el exceso de calorías, grasas y azúcares, y también la falta de los elementos mencionados como protectores. Por tanto, a priori, lo que sí sabemos es que la dieta es un factor de nuestro estilo de vida que puede ayudarnos a disminuir la intensidad de la inflamación y de la oxidación, ayudando a nuestro cuerpo a compensar esos procesos patológicos.
Por si queréis profundizar en el tema del estrés oxidativo en la endometriosis: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29057034
En este estudio se concluye que el estado de estrés oxidativo puede representar la clave para tratar y, eventualmente, prevenir la endometriosis. En el futuro, los ensayos clínicos ayudarán a aclarar mejor la eficacia de los antioxidantes como terapias potenciales de la endometriosis.
Pero aún hay más…
En realidad, la relación de la alimentación con la endometriosis va más allá de la modulación de la inflamación y el estrés oxidativo. Esta patología cursa normalmente con dolor que se cronifica y que en sí mismo adquiere una entidad propia como estresor de nuestro organismo y sistema nervioso. Se sabe que incluso en algunos casos se puede dar un fenómeno de sensibilización central, en el que el dolor sufrido a lo largo del tiempo provoca una hiperexcitabilidad o hipersensibilidad de algunas vías del sistema nervioso de manera que éstas envían señales de dolor independientemente ya del daño físico que lo inició. Bajo esta situación se dan una serie de cambios que afectan a muchos niveles, por ejemplo, al sueño, a la capacidad cognitiva, a la microbiota intestinal, al metabolismo, al sistema hormonal, etc. Todo esto influye en cómo la alimentación afecta a nuestro cuerpo y también influye en nuestra conducta respecto a la ingesta de alimentos. Somos más proclives a engordar, tener alteraciones gastrointestinales e incluso a comer peor. Por eso, la alimentación afecta a nuestra salud y a la evolución de la endometriosis, pero la propia endometriosis también afecta a nuestro estado nutricional, metabólico y a nuestra alimentación. Es una relación en doble sentido.
Solo con estos datos está claro que no debemos pasar por alto que una alimentación adecuada es básico para el contexto de la endometriosis. Lo que comemos importa, y mucho.
Pero, ¿qué dicen los estudios sobre la relación a la dieta y la endometriosis?
- El estrés oxidativo es un factor clave en el desarrollo y progresión de la endometriosis
- El consumo de carne roja y derivados puede ser un factor de riesgo para la endometriosis
- La ingesta de pescado, huevos y carne de aves no está relacionada con el riesgo de padecer endometriosis
- Una mayor ingesta de fruta, especialmente de cítricos, y verduras se asocia con un menor riesgo de desarrollar endometriosis
- La ingesta de vitaminas procedentes de la dieta parecen ser un factor protector
- La vitamina D, el calcio, los omega-3 disminuyen el riesgo de sufrir endometriosis
- Las grasas totales de la dieta y las saturadas están relacionacas con mayor riesgo
- Las grasas omega-3 y el ácido alfa-lipoico además de ser protectores, podrían reducir el impacto de la enfermedad una vez establecida (en estudios en animales han mejorado diversos parámetros de la endometriosis)
Y todavía hay mucho más que todo esto… hay que tener en cuenta la suma de todos los factores implicados.
Un estado oxidativo e inflamatorio crónico afectan negativamente a la progresión de enfermedades crónicas como la endometriosis y nos hacen más propensos a ganar peso y a padecer alteraciones de la microbiota. A su vez la acumulación de grasa corporal provoca más inflamación y las alteraciones en la microbiota pueden llevar a alteraciones gastrointestinales como el síndrome de colon irritable o ciertas intolerancias alimentarias secundarias.
El propio dolor cuando se cronifica representa un factor estresor importante puesto que afecta a muchos factores tanto psicológicos, como conductuales, físicos, etc. Cuando se sufre dolor crónico se come peor, se duerme peor, no hay suficiente actividad física, el estado de ánimo no es óptimo y el sistema nervioso está afectado incluso haciéndonos más inactivos e incapaces de llevar a cabo ciertas actividades o voluntades (como la de hacer una dieta saludable).
Por supuesto, si la dieta no es adecuada, cosa que sucede con frecuencia, podemos estar incrementando la inflamación y el estrés oxidativo, la propensión a la obesidad, alteraciones gastrointestinales y a otras patologías relacionadas con la dieta, la falta de vitalidad y por tanto la dificultad en realizar actividad física, e incluso las alteraciones en el sueño y en los estados de ánimo. De lo contrario, una dieta adecuada, puede ser un factor protector de todo ello, siempre teniendo en cuenta las características individuales, los fármacos que se toman de forma crónica y valorando el posible beneficios de algún suplemento nutricional.
Así, para abordar el conjunto de la enfermedad y en especial el manejo dietético, hay que tener en cuenta todos estos factores pues están relacionados con la alimentación de la persona y con su estado nutricional.
Algunas cifras y un dato relevante:
El dolor crónico, provocado por cualquier causa, es cada vez más prevalente, es complejo y requiere soluciones multidisciplinares. Afecta al 30% de la población mundial y al 20% de la población Europea, mientras en paralelo otros problemas de salud también crecen como el sobrepeso y la obesidad, que afectan ya a más de la mitad de la población mundial, y las alteraciones gastrointestinales están presentes en casi un 15% de la población mundial y con tendencia al alza. Todas estas afectaciones pueden mejorar con una dieta adecuada y están relacionadas con inflamación crónica que también puede disminuir con una alimentación saludable.
Por supuesto, la endometriosis, como muchas otras patologías, también se puede beneficiar, y mucho, del tratamiento nutricional o dietético.